Wednesday, May 27, 2015

(SEGUNDO) HOMENAJE A XAVI, EL ENANO QUE SE CONVIRTIÓ EN GIGANTE DEL FÚTBOL (versió catalana: clica aquí)

En las ciencias físicas hay las llamadas leyes de escala que nos permiten extrapolar cómo se comportaría un sistema si fuera tantas veces más grande (o más pequeño). Las leyes de escala nos indican que un gigante diez veces más alto que nosotros y con iguales proporciones (como el bondadoso Gegant del Pi en Cataluña, por ejemplo) no podría tener nuestros pies, o de lo contrario se le romperían los huesos del pie bajo el peso del cuerpo – que sería unas mil veces mayor que el de una persona normal. Para resistir el peso tendría que tener, como los grandes dinosaurios, unos huesos y unos pies mucho más anchos.

Xavi ha sido un jugador de estatura pequeña que con el paso del tiempo se ha convertido en un gigante del fútbol, especialmente por su fructífera asociación con Iniesta, otro gigante de talla menuda. Cuenta la leyenda culé que un día Guardiola fue al Miniestadi con Xavi para ver jugar a las jóvenes promesas y, señalando a Iniesta, hizo una doble premonición, una de las más bellas del universo blaugrana porque relaciona en el tiempo a los tres más grandes centrocampistas que ha producido La Masia: “Tú me sentarás a mí, pero él te sentará a ti”. Años más tarde Guardiola dio la batuta conjuntamente a Xavi y a Iniesta, negando él mismo su segundo augurio, y creó así uno de los centros del campo más plásticos y dinámicos que se han visto en la historia del fútbol. Ninguna otra pareja de futbolistas ha expresado mejor en el campo uno de los postulados más sintéticos del fútbol que nos ha regalado Cruyff: “El centro del campo es el barómetro del fútbol”. Durante la época del Pep Team, el Barça llegó con estos dos centrocampistas a tal nivel de sincronización de sus movimientos que uno habría dicho que La Masia utiliza bailarines y coreógrafos para entrenar a sus futbolistas. La característica más distintiva de esta compañía de ballet era la increíble velocidad y precisión con la que se pasaban la pelota, intercambiando sus posiciones cuando era necesario. No lograban esta habilidad por la fuerza física – ambos son bastante más débiles y pequeños que la mayoría de centrocampistas – sino por la técnica de su toque y su rápida coordinación mental, casi telepática. "Nuestro nivel de compenetración es tan alto que no necesitamos palabras para avanzar en el campo", dijo Xavi sobre Iniesta. "Cuando él sube, yo bajo; cuando él tiene la pelota, yo voy a una posición libre; y cuando yo recibo la pelota, él va al espacio. Es un simple baile".
Lo hacían con tal exactitud que podían permitirse el lujo de hacer la mayor parte de los pases en sentido horizontal, simplemente para mantener la posesión del balón – un procedimiento que cansaba a los defensores y les hacía perder su concentración, como hipnotizados por el movimiento rítmico de la bola o por el movimiento pendular de los jugadores del Barça. El gran defensor inglés John Terry describió muy bien cómo, como defensor, tuvo que sufrir el fútbol de posesión: "No me gusta jugar contra equipos que tocan y tocan. Te pasas todo el partido corriendo detrás de ellos y es muy frustrante. Debes permanecer muy concentrado todo el tiempo. Haces un error y te marcan un gol ".
Xavi es un jugador que tiene un toque privilegiado – se le ha visto amortiguar saques de portería con el exterior de su bota con la tranquilidad de quien se está tomando un café – y que, con su obsesión por no perder el balón aprendida en La Masia desde los 11 años, desarrolló una maniobra singular conocida por el fan culé como “la vueltecita mágica” – con la cual se zafaba de sus contrarios a base de girar sobre si mismo como una baldufa. Aún así, la parte más hábil de su cuerpo no está en sus botas sino en su cerebro: Xavi aprendió los fundamentos del fútbol posicional jugando a Fútbol-7 de niño en La Masia y, más tarde, cuando Van Gaal lo subió al primer equipo, pero estalló como una flor cuando Rijkaard lo situó a diez metros del área, donde sus triangulaciones fulgurantes con Iniesta, Ronaldinho y Messi deslumbraron al mundo. Xavi se distinguía por su capacidad de pensar rápido y jugar con la cabeza alta, como muchos grandes centrocampistas antes que él, pero por encima de ellos ha mostrado una capacidad de análisis propia de un jugador de ajedrez: podía intuir por dónde iba a discurrir la jugada cinco o seis toques antes que todo el mundo – acelerar el juego si había que filtrar un pase a Messi o pausarlo si había que esperar a que Alves subiera por el lateral –, controlando el tempo del juego como un Gran Maestro del fútbol. Esta facultad suya era tan obvia que el Barça jugaba de dos maneras distintas: una con Xavi – más ordenada y siempre siguiendo las pautas del estilo – y otra sin él. Xavi se identificó tanto con el fútbol de posesión del Barça que ya desde pequeño sus entrenadores de La Masia le descubrieron una obsesión que lo haría famoso: "Se puede pasar todo un partido sin perder apenas una pelota".
Después de un sentido homenaje en el Camp Nou, Xavi se marcha (ahora sí)definitivamente del Barça para vivir una última aventura futbolística y personal en una liga menor (Qatar), prepárandose para volver como entrenador. Xavi había sido criticado recientemente – también desde estas páginas – porque ya no era el Xavi que marcaba la diferencia, por mucho estilo que aportase: pero no era culpa suya sino de la biología, y en todo caso la responsabilidad última era del club. El Barça debería haber tratado de convencer a este genio hace ya más de un año de que pasara al cuerpo técnico. En lugar de utilizar el faro de su mente para el bien del club, dejaron que su inmensa sombra asustase a Thiago y a Cesc y cobijase a un sinfín de tertulias estériles sobre el estilo: el estilo lo traen impreso en sus botas los jugadores desde La Masia, con lo cual la premisa de que había que mantener a Xavi para preservar el estilo era falsa. Esperar que Zubizarreta y Martino – seguramente los dos más grandes incompetentes que ha tenido la dirección del club desde la era Núñez y Gaspart – comprendieran estas sutilezas lógicas hubiera sido como pedirle peras al olmo.
Recordamos a la mayoría de grandes científicos, personalidades y futbolistas por su apellido, como es natural, porque hay incontables Alberts pero sólo unos Einsteins, infinitos Johans pero pocos Cruyffs. Como el cantante catalán Raimon, Xavi – el diminutivo catalán de Xavier, sin apellido – tiene entrada propia en Wikipedia: sólo hay un Xavi, inmortalizado ya en decenas de millares de dorsales del Barça con el 6 y de la Roja con el 8 que corretean por todos los rincones del planeta intentando imitar al Xavi original. Debemos dar gracias de que Xavi sea hijo de un futbolista de Terrassa y de que fuera educado en La Masia; desde entonces Xavi se sabe representante de un club y unos valores, y por eso nunca se descamisaría para lucir sus tatuajes o sus pectorales, ni se le conocen ninguna subida de tono ni ninguna conducta violenta en su dilatada carrera deportiva. En estos tiempos convulsos en que la directiva ha vendido media alma a Qatar, jugadores como Xavi salvan la cara del “Més que un club” porque él cree en ese lema desde el fondo de su corazón. Llenó de orgullo a millones de catalanes cuando tras cada triunfo de la Roja se arropó con la senyera delante de las cámaras de todo el mundo para recordarnos, como hizo Raimon, que quien pierde sus orígenes pierde su identidad. Pero también se dejó querer por gentes de todas razas y colores y recordaremos con especial cariño su encomiable amistad con Iker Casillas, el amable cancerbero del eterno enemigo; ellos nos enseñaron que el fútbol, por ser un juego, debe ser un ejercicio fraternal, nunca fratricida. La de Xavi era una camiseta pequeña pero la vistió un gigante catalán del fútbol. Contaremos a nuestros nietos que el Gegant del Pi se llamaba Xavi.
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http://afolch.blogspot.com/p/elegia-xavi-el-gegant-del-pi-del-futbol.html
Clica aquí per llegir la versió catalana 

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