Es muy probable que exista vida en otros planetas. Se han observado directamente unos 1800 planetas que orbitan alrededor de estrellas cercanas al Sol, pero se calcula que las estrellas de nuestra galaxia, la Via Láctea – con 11.000 millones de astros –, tienen de promedio como mínimo un planeta en órbita. Dado que existen más de 100.000 millones de galaxias, la probabilidad de que existan planetas similares a la Tierra (con oxígeno y agua) capaces de generar vida extraterrestre no es nada despreciable. Lo que resulta sumamente improbable es que los habitantes de esos planetas hayan podido desarrollar tecnología para poder venir a visitarnos durante el mismo santiamén geológico en el que ha existido la Humanidad.
Pues durante la presente campaña el Barça ha tenido la mala
suerte de que dos extraterrestres, Martino y Zubizarreta, han venido a
aterrizar justamente en La Masia.
Seguramente porque nunca se formaron en ella, ambos personajes tienen en común
una sospechosa incomprensión de la cantera. “Se acabó un ciclo irrepetible”,
dijo el Tata al acabar el último partido de Liga contra el Atlético de Madrid, como
si él, estando de paso en este planeta, hubiese sido una víctima más del inevitable
destino. La triste realidad es que él y Zubizarreta han sido los auténticos
culpables de que el Barça se haya derrumbado como un castillo de naipes, por
varias razones.
Primero, los técnicos de La
Masia trabajan día y noche precisamente para que el Barça se mantenga en un
ciclo eterno produciendo una corriente contínua de jugadores excelentes. Uno de
los extraterrestres, Zubi, se ocupó de sembrar el desánimo entre el equipo al
ofrecer el cargo a un entrenador enfermo, primero, y luego a un entrenador sin
conocimiento de La Masia. Por un
embarazoso detalle que evidenció la mala gestión del área técnica durante la
enfermedad de Tito, la dirección deportiva dejó escapar a Thiago Alcántara, la
joya de la corona, para fortalecer las filas del mayor rival europeo. Durante
el año del Tata se han dado poquísimos minutos a los canteranos, dándose
prioridad a los veteranos “para preservar el estilo”, lo cual ha parado el
ascensor que sube jugadores del Barça B al primer equipo. Sólo un
extraterrestre como Martino podía ignorar que los jóvenes eran precisamente el
mejor garante del estilo, ofreciendo al mismo tiempo variaciones del dibujo
táctico (Tello, Montoya, Dongou). Para añadir más veneno al nido, Zubi renovó
al alza a los veteranos Puyol, Xavi y Alves y toleró que Pinto fuera el portero
de la Copa por su amistad con Messi, ocupando el sitio de otro mejor que él. La
progresión adecuada de jóvenes jugadores está ahora en peligro.
Segundo, en una decisión indignante, Zubizarreta ha cesado a
Guillermo Amor, el director de La Masia
que ha elevado la institución hasta cotas insospechadas, por el asunto de los
contratos irregulares a los jóvenes – un asunto legal en el que Amor,
futbolista de formación, no pudo tener responsabilidad alguna. El extraterrestre
Zubizarreta hizo un amago de dimisión, recordó su abultado salario, y en lugar
de destituir al responsable de contratos, cometió la mayor vileza de su carrera.
El club dice que le reubicará – como si Amor fuese una pieza de Lego. Guardiola
dijo una vez que siempre recordará cómo el primer día que se entrenó con el
primer equipo, Amor vino a recibirle, y que por eso él hizo lo mismo con Xavi. “Cuando
das a jugadores de aquí una oportunidad, responden y defienden a su equipo
hasta el final”, ha dicho Amor, que estuvo en el Barça desde los 13 años y jugó
421 partidos oficiales con el primer equipo. Destituir a Amor es una decisión doblemente
insensata porque La Masia es una
institución donde impera la amistad y la solidaridad, y se trata de los mejores
profesionales del ramo: no sería de extrañar que los descontentos estén
recibiendo ofertas de canteras rivales como la del Manchester City de Txiki y
Soriano. La directiva chuleó con la FIFA con una pancarta que espeluznó a los
técnicos de La Masia: “La Masia no es toca”. Pero luego el club
ha hecho todo lo contrario. Que retumbe el tam-tam por todas las redes
sociales: el club está tratando a uno de los héroes del Dream Team como a un perro.
Y tercero, se ha sabido recientemente que los jugadores
desaprobaban los métodos “anticuados” del Tata Martino y su equipo, de modos
“orgullosos”. Desde Guardiola el club dispone de un equipo de tres analistas
para analizar a los rivales con ayuda de nuevas tecnologías y, aunque siguieron
haciendo los informes para cada jornada, el Tata los ignoró soberbiamente
durante toda la temporada. El resultado es que con los colistas el Barça ganó
sólo 2 de 15 puntos, de los que podría haber ganado fácilmente muchos más con estudios
detallados al estilo Guardiola. Consta que Zubi lo sabía y no puso remedio. Nunca
un entrenador sonrojó tanto a la hinchada blaugrana con sinrazones propias de
un principiante: “nosotros no tenemos jugadores para tirar de balones largos,
pero vamos a insistir”, “un futbolista puede jugar al fútbol hasta los 35
años”, “no estábamos interesados en que Messi participara” – de ahí el apodo de
“paTata Martino” en los foros de Internet.
La prensa mundial debatiendo las causas de la
crisis del Barça y resulta que la explicación era muy simple: el Barça estaba
en manos de dos incompetentes que pertenecen a una galaxia distinta de la de La Masia. Ellos solos han anulado el
ciclo más brillante de la historia del Barça, oxigenado ininterrumpidamente por
La Masia desde los tiempos de Milla, Amor,
y Guardiola hasta Deulofeu y Rafinha pasando por Messi y Cesc (al que Zubi ha
declarado transferible junto a Pedro), y continúa. Algunos han excusado a Zubi
y puesto más responsabilidad en Rosell por algunas decisiones
desestabilizadoras como el fichaje de Neymar y el del Tata mismo, pero Zubi
eligió estampar su firma como co-responsable y seguir cobrando una pasta antes que
presentar la dimisión. Martino ya se ha ido a su casa pero aún queda Zubi: el
ciclo de La Masia sigue en peligro
mientras no se largue él también al espacio sideral.
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