La peonza es un juguete que ha existido desde la Antigüedad. Se aguanta sobre una punta sólo cuando está
girando debido a la estabilidad
que le proporciona el movimiento giratorio. Esta estabilidad
es debida al principio de conservación del momento angular,
que es una propiedad de todo cuerpo en rotación. Si
no actúa ninguna fuerza sobre la peonza, el
momento angular se mantiene constante tanto en el ángulo como
en la magnitud y la peonza
se aguanta derecha infinitamente. En la realidad,
una peonza no se aguanta girando infinitamente porque
la fricción de la peonza con la superficie y
con el aire hace que se ponga a perder momento
angular y acabe cayéndose al suelo.
Los equipos de fútbol son entidades de por sí muy inestables que suelen tener unos ciclos de
esplendor y otros de decadencia,
como peonzas: durante un tiempo se sostienen, atrayendo los focos de los medios, y después
se pasan una temporada por los suelos, sin que
nadie les preste atención.
El Dream Team hizo enderezar un club
que hacía tiempo que no se levantaba
y con su fútbol
de ataque hizo un ejemplo en toda España.
Después la peonza vaciló, pero Guardiola la
volvió a enderezar y la hizo girar con una
energía como no se había visto nunca. La
tragedia de Tito y la incompetencia de Zubi y de Martino juntas lograron frenar
el impulso de Guardiola hasta hacer caer la
peonza estrepitosamente.
Ahora la peonza, con Luis Enrique, parece que se quiere levantar, pero le
cuesta. Hay algo que le pesa mucho, y
es esta junta anquilosada
de okupas que no quiere dimitir ni a tiros.
Sandro Rosell y
su grupo de amigos de Esade
han pisoteado todo lo que hizo grande al Barça y aquí no ha pasado nada: muchos socios no se han dado cuenta de que estos yuppies desembarcaron en el Barça para forrarse. El enemigo lo
tenemos en casa. Se han apuntado al modelo mercantilista
de Florentino Pérez que ficha y re-vende para
hacer negocio, pero esta tropa
no saben hacer ni eso: el Madrid vende el pepa
de Morata por 20 M
€ y el Barça deja ir libres de contrato
perlas como Javier Espinosa; Florentino hace
un negocio redondo con Di María (84 M €) y el
Barça, en cambio, el año que viene regalará Alves, un jugador de una polivalència única (i per lo tanto aún muy valuoso) però que
ya comienza a tener demasiados años para las exigencias físicas de su posición. Digámoslo de una vez por su nombre: la persona responsable de los fichajes (Zubizarreta) no
tiene ni puta idea. En los últimos dos años
Zubi ha demostrado repetidamente que no está profesionalmente capacitado para ocupar su cargo: 1)
no supo retener los dos centrocampistas que habían sido formados para relevar a Xavi e Iniesta (Thiago y
Cesc), una mala gestión que
terminó reforzando dos de los
máximos rivales europeos
(Bayern y Chelsea); 2) no supo identificar
cuándo había que fichar centrales de altura; 3)
ha terminado fichando, tarde, dos centrales de
edad avanzada y propensos a
lesionarse (Mathieu y Vermaelen), una pésima inversión porque durarán pocos años y se devaluarán;
4) ahora ficha
un centrocampista sin ADN Barça (Rakitic), un
futbolista notable pero netamente
inferior a los que forma la cantera (Thiago, Cesc,
Sergi Roberto, Samper – todos internacionales
contrastados). No extraña, pues, que en el Crackòvia a Zubi
se le caracterice como el inútil por
antonomasia. Los aficionados, mientras tanto, tenemos que arrastrar la
vergüenza de una camiseta que
está hecha un cromo con tantos patrocinadores, el contrato engañoso de
Neymar, 162 millones de euros
la mitad de los cuales se han invertido en futbolistas de "clase media" (quién es Douglas?), la incomprensible
falta de respuesta del club a las infantiles bombas fétidas de Piqué, el
escarnio del Daily Mail y de la CNN ("El Barça es menos que un club"), y ahora el castigo previsible
de la FIFA por los reincidentes errores administrativos en los contratos de la Masia. Es posible hacerlo
peor?
Pues sí. Para rematar la faena, los arquitectos de toda esta
planificación, Zubi y el presidente
Bartolomé, decidieron echar a una de las personas
a las que el Barça le debía
eterna gratitud: Guillermo
Amor, director de la Masia
y responsable de su impecable funcionamiento deportivo. Amor se cuidaba la Masia como si
fuera su casa porque había
sido su primer graduado. El argumento de que Amor era el responsable de los errores administrativos de los contratos de los jóvenes es de una indecencia maquiavélica:
Amor es un futbolista sin experiencia jurídica. Causa
especial indignación que en la junta
nadie haya movido un dedo por uno de los héroes del
Dream Team cuando
lo que debería haber hecho el
Barça ya hace tiempo es cambiar todo su equipo
jurídico, visto que no ganan ni un
miserable proceso judicial: de
Justicia Deportiva no deben
saber ni jota. Uno
puede estar de acuerdo o no con la
reglamentación de la FIFA, pero la
FIFA no apercibió al Barça
ayer – lo avisó
en 2009: sus abogados han tenido cinco años para pensar
alguna estrategia y justificar sus dietas
estratosféricas. Con Amor también se marchó, ultrajado,
su brazo derecho, Albert Puig, director del fútbol base y otro artífice de los recientes éxitos de la Masia. Si la peonza
sigue girando es
gracias a Amor y Puig y todo el equipo con el que se rodearon debajo de
ellos a lo largo de los años. Lo que da energía ahora a la peonza
es la velocidad mental y atlética del fútbol de los jóvenes:
el dribling eléctrico
de Munir (el máximo goleador de la pretemporada con 18 años), la
zancada elástica de Rafinha,
la potencia incansable de Sergi Roberto, y el toque tridimensional de Samper, entre otros. Estos primeros compases de la temporada causan ilusión
porque los jóvenes están volviendo a ser los mejores, como cuando Cruyff nos
"descubrió" Guardiola e Iván
de la Peña. Todo gracias a
la Masia, el motor que hace avanzar el Barça incluso cuando el Barça le es ingrato.
Es sintomático que la reacción de la directiva a la sanción de la FIFA haya sido de crítica feroz
y unánime contra
la FIFA. Yo, desde
aquí, quiero dar gracias de todo corazón a la FIFA porque durante un año esta
pobre, sucia, triste, desdichada junta
no podrá perjudicar al club fichando pepas
forasteras y el Barça no tendrá más remedio que recurrir
a su limpia y noble, culta, rica, libre,
despierta y feliz cantera – que es, como ya sabe
todo culé que no esté ciego, de donde salen últimamente
los mejores jugadores del Barça.
Esta junta se resistirá
a dimitir y cuando el Barça vuelva a ganar dirá que es por "sus"
fichajes, pero el
socio listo lo ve muy claro: es la velocidad del fútbol de los jóvenes de la Masia lo que está enderezando
una vez más esta
peonza.
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