La mercadotecnia del Real
Madrid se frota las manos con su nueva imagen de club campeón después de una
larga sequía. La hinchada del Real Madrid está celebrando “el cambio de ciclo”
y rápidamente se proclaman los “Reyes de Europa”, por las prisas en reemplazar
la larga dominación blaugrana que se ha interrumpido esta campaña y en la que
el Real Madrid ha ganado un merecido doblete. En lo positivo, esta Champions ensalza la sabiduría táctica
de Ancelotti, resalta una vez más el papel de los grandes
defensas (Ramos), y redime al bueno de Casillas – que había sido
perseguido con una crueldad digna de la Gestapo. La imagen del nuevo campeón es
eminentemente muscular, no sólo por sus futbol-atletas sino también por su
músculo financiero. Sin embargo, el Barça hará bien si
se mantiene firme en su
modelo, basado en jugadores cerebrales de La
Masia, y no se mira en el espejo del
Real Madrid, por varias razones.
Primero, el modelo de
financiación del Real Madrid prosperó porque es anterior a la UEFA Fair Play Rules, según las cuales el
gasto no debe sobrepasar a los ingresos. Nos remitimos a la Historia. Hace 14
años Florentino Pérez irrumpió en el mercado del fútbol como si fuera
un casino y empezó a jugar en
la Champions, su ruleta. En el año
2000, Florentino, que es constructor, ideó un plan inspirado en vigas de
cemento: reducir los efectos del azar en el fútbol a base de reforzar el equipo
con el máximo número de estrellas posibles. Pero era un plan carísimo y el club
ya adeudaba 270 M€.
En el año 2001 llamó a su antiguo amigo Álvarez
del Manzano, ahora alcalde de Madrid
para el PP, y le pidió un pequeño favor. Todo se arregló en un santiamén y
a la sombra, como la mafia. Del Manzano recalificó
unas zonas verdes del centro que pertenecían al Real Madrid para que el club
las pudiera vender a constructoras (entre ellas la empresa de Pérez, ACS
Dragados). De la venta de los terrenos, el Real Madrid obtuvo más de 400 M€, con lo que pudo cancelar la deuda y fichar a Zidane,
Ronaldo, Figo, Roberto Carlos, Cannavaro, y Beckham. En 2002 tuvo su día de
suerte y ganó la Champions, pero a
qué precio: cuatro rascacielos que harán
sombra a Madrid para siempre.
La operación firmada por del Manzano sería hoy en día castigada duramente por
la UEFA como lo han sido otras operaciones de financiación encubierta en el
ManCity y el PSG, y no es la primera vez que las
instituciones ayudan al Real Madrid para engrosar su historial y
perjudicar el de sus rivales.
En 1953, Franco prohibió que el
Barça (que tenía un gran equipo con Kubala, Ramallets, etc.) fichase a Alfredo
Di Stefano – el Messi de la época – pero luego autorizó que lo fichase el Real Madrid,
que en sus 51 años de
historia había ganado sólo
dos Ligas y
ninguna Copa de Europa. El Madrid de Di Stefano ganó 5 Copas de Europa (marcó
en las cinco finales) y 8 Ligas.
La mitad de los trofeos de los “Reyes de Europa” no
deben ser la envidia de nadie porque están manchadas con ignomínia.
Segundo, al Barça le conviene
que el Real Madrid siga convencido de que el camino del éxito pasa por poner
mucho músculo – atlético y financiero – y poca planificación a largo término.
Este año a Florentino le ha vuelto a salir bien la partida de ruleta, pero por
centímetros y minutos: Ramos marcó el gol del empate en el minuto 93, y luego
Bale marcó el segundo de cabeza gracias a un rebote afortunado en el área
después de haber fallado estrepitosamente dos
goles. Si el cabezazo de Ramos se
hubiera desviado unos centímetros a la izquierda, los 100 M€ que costó Bale se hubieran
ido al traste. Cristiano y Bale, que raramente devuelven el balón al compañero,
parecen replicantes descerebrados salidos de la película Blade Runner, jugando más para lucir su pegada y su galope que para
servir al equipo. Es parte del plan inicial de
Florentino, que ya lleva gastado en el intento más de 1.000 M€: una inversión
insostenible para sólo dos Champions,
cinco Ligas, y dos Copas. El tiempo no pasa a su favor;
Cristiano – el estandarte del club –,
con 29 años y lesiones que se alargan, pronto no va a poder sostener su
rendimiento a los niveles acostumbrados.
Tercero, para el culé hay
motivos para ser optimista a pesar de los nubarrones que aún se
ciernen sobre el Barça con la incomprensible
permanencia de Zubi tras su desastrosa gestión: es muy difícil que la “dominación blanca” sea
tan duradera como la del Pep Team. Viendo
el juego exhibido por el Real Madrid durante la pasada temporada, uno no puede
evitar preguntarse si no será la baja forma del Barça lo que ha
facilitado dos títulos a
los merengues. Parece
que el Barça se ha caído por
marchito, no por la grandeza del juego merengue,
mientras que el Pep Team humilló al
Real Madrid repetidamente. Desde
que en
el 2010 el Pep Team tuviera que esquivar, en autocar, la
humareda del volcán islandés Eyjafjallajokull en erupción, el aficionado culé ya tiene interiorizado que la
máxima competición no siempre la gana el mejor de Europa. El Real Madrid y el Atlético de Madrid han
venido a llenar el hueco dejado por un Barça sumido en
una crisis de juego, pero ni uno
ni otro equipo han hecho olvidar aquel fútbol musical del Pep Team.
Cuarto, La Masia – continuamente estimulada por la competencia del
Real Madrid –, ha producido en los
últimos cinco años una cantidad nunca vista de jugadores
de élite. Muchos de ellos, como
Bartra, Sergi Roberto y Montoya, llegan ahora al primer equipo con formación
universitaria. Este año se estrenarán en el Camp Nou Rafinha y Deulofeu,
pero también están subiendo
Dongou, Adama, Munir y Samper, y en unos pocos años llamarán a la puerta Lee,
Take y muchos otros más. Si Jesé, Morata y Carvajal son las perlas de la
cantera del Real Madrid, el Barça no lo tendrá muy difícil para asaltar el
trono.
Quinto, el
comportamiento lamentable de las estrellas del Real Madrid sirve a La Masia de contraespejo ético. Florentino seguirá jugando a la ruleta porque
lo que de veras excita al palco del Real Madrid – repleto de representantes
de la España profunda: banqueros
engominados, machos toreros, monárquicos y falangistas –, es ver a sus guerreros Ramos y CR exhibiendo
sus torsos depilados como mádelmans en una final de Champions. Ni el colectivo gay se excita tanto. Pero tanto festejo para un cuarto gol inconsecuente de
penalti sólo revela que CR, pobre
muchacho, no cabe en su inmensa vanidad de
chulopiscinas. En
La Masia, a un chico que hace esto se
le expulsa.
Y por último, Florentino
cuenta con una legión de admiradores que, con la conquista de la Décima, le han
erigido en el modelo de empresario del fútbol porque minimizan la intervención
de Álvarez del Manzano. El Barça debe mirarse en el espejo opuesto, tanto en lo
deportivo como en lo financiero y lo social. Estos energúmenos les robaron a su
ciudad unas céntricas zonas verdes y con ello se llenaron los bolsillos:
sorprende que aún puedan pasearse libremente por Madrid. No hay nada más
simbólico que el exultante apretón de manos entre Aznar y Florentino al
celebrar el gol de Bale durante la final: dos presidentes corruptos creyéndose
reivindicados ante la imagen de su éxito. Aznar también embaucó a sus
contemporáneos, empujando a una generación a una guerra injustificable en Irak,
haciendo el patán con su risita hitleriana en los foros internacionales, culpando
criminalmente a ETA durante el 11-M, y aceptando sobres de la trama Gürtel.
Aznar es invitado de honor del Real Madrid, y esa infame asociación refuerza el
valor moral del Barça como representante de la
identidad nacional de Cataluña. Basta con mirarlos
para saber lo que jamás querremos ser.
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