La tarea de La Masia
se asemeja un poco a la de una granja que cría jugadores para el primer equipo
en base al modelo que creó en su día Johan Cruyff, el gran Darwin blaugrana.
Cruyff pidió a La Masia que le creara
jugadores con unos genes particulares: de técnica finísima, a poder ser
veloces, y que fueran capaces de pensar muy rápido en el ecosistema del 4-3-3 o
su variante el 3-4-3. Como todas las enseñanzas del holandés, la premisa era
fácil de entender para los niños: los pequeños debían jugar como los mayores.
Los ojeadores y entrenadores de La Masia
trabajaron muy duro y en casi treinta años han producido una larga lista de
perlas que es la envidia del mundo entero: Milla, Guardiola, de la Peña, Xavi,
Iniesta, Valdés, Piqué, Cesc, Messi, Busquets, Pedro, Thiago, Bartra, Samper,
etc. (no caben todos).
Hace unos días, Rexach salió en defensa de la cuestionada
gestión del entrenador Martino recordando que, a medida que los rivales mejoran
su conocimiento del estilo del Barça, el club debe evolucionar su estilo, por
ejemplo hacia un 4-4-2. Es un punto interesante que merece consideración,
viniendo de una leyenda del fútbol y experto en fútbol base. Rexach recordó que
también el Dream Team fue pitado en
el Camp Nou cuando Bakero empezó a
retrasar el balón en medio de un contrataque, y luego se demostró que era el
público el que se equivocaba. Ahí Rexach sugiere que el Camp Nou es averso al
cambio y que está lleno de bobos, y en ese punto no puedo estar de acuerdo con
él. El socio blaugrana, que yo recuerde, ha aplaudido siempre los cambios que
han resultado en una evolución positiva del equipo. El fútbol tiene en común
con la danza que su técnica es muy difícil de dominar pero su belleza es fácil
de apreciar hasta por un niño. Ocurre que los primeros retrasos del Dream Team no eran ejecutados con la
precisión pitagórica a la que nos acostumbró más tarde el Pep Team y ralentizaban el juego con posesiones innecesariamente
largas – por eso se impacientaba el socio. No hay por qué reescribir la
historia e intentar colarnos los retrasos de Bakero como un hito futbolístico:
basta admitir que fue un gran experimento en evolución.
Para el Tata Team
la cuestión está, claro, en cómo se evoluciona. Seguirá aprendiendo La Masia a triangular con un 4-3-3
mientras el primer equipo juega con un 4-4-2, contraveniendo el principio
educativo de que el primer equipo debe ser el reflejo de todo el fútbol base? Da
la sensación de que el cuerpo técnico actual ha llegado a esta formación
táctica no por una necesidad de estilo, como argumentaba Rexach y sería
deseable, sino porque, estadísticamente – de todas las formaciones ensayadas
con las rotaciones –, es la formación que más victorias ha reportado. Así es
difícil para la parroquia blaugrana ver en el Tata a un nuevo Darwin iluminado.
De momento, la terapia genética de Martino no funciona: los patadones al balón
de Mascherano y Piqué acaban en tierra de nadie y Alves no aprende a centrar ni
a tiros; el flanco derecho, con Xavi y Alves, exhibe unos agujeros defensivos
directamente proporcionales a su media de edad; la falta de presión en el
centro del campo es una clara involución, no una evolución respecto al Pep Team. Martino ni siquiera aplica
mecanismos de selección del más apto cuando se pierden partidos intrascendentes
for falta de tensión competitiva; y es inadmisible que Xavi considere que su
status de leyenda le autoriza para lanzar (y fallar) los golpes francos – está
rodeado de especialistas como Cesc y Neymar. Se extingue la luz de Darwin en el
Barça y no hay indicios de que Zubizarreta piense hacer nada para evitarlo.
No comments:
Post a Comment